domingo, 25 de junio de 2017

R.P. Leonardo Castellani: Sermón Las Parábolas de la Misericordia




En aquel tiempo: Los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírlo. Mas los fariseos y los escribas murmuraban y decían: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”. Entonces les dirigió esta parábola: “¿Qué hombre entre vosotros, teniendo cien ovejas, si llega a perder una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el desierto, para ir tras la oveja perdida, hasta que la halle? Y cuando la hallare, la pone sobre sus hombros, muy gozoso, y vuelto a casa, convoca a amigos y vecinos, y les dice: “Alegraos conmigo, porque hallé mi oveja, la que andaba perdida”. Así, os digo, habrá gozo en el cielo, más por un solo pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse”. “¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si llega a perder una sola dracma, no enciende un candil y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la halla? Y cuando la ha encontrado, convoca a las amigas y las vecinas, y les dice: “Alegraos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido”. Os digo que la misma alegría reina en presencia de los ángeles de Dios, por un solo pecador que se arrepiente”.
Lucas XV, 1-10



"Domingueras Prédicas I"
R.P. Leonardo Castellani



Dominica III después de Pentecostés - Dentro de la Octava del Sagrado Corazón
Parábolas de la Misericordia (1963)

En el Evangelio de hoy leemos dos de las tres "Parábolas de la Misericodia" que están en el capítulo XV de Lucas, al cual San Jerónimo llama "scriba mansuetudinis Christi", el cronista de la benignidad de Cristo: la del pastor y la de la Mujercita económica: la tercera es la estupenda parábola del Hijo Pródigo.

Cristo caracteriza aquí la condición de Dios para con los hombres como la de un Padre, pero un padre que tiene parcialidad hacia los hijos más desdichados. En las dos primeras parábolas, la oveja descarriada y la dracma perdida, Cristo emplea un rasgo psicológico que es un poco cómico pero muy humano, y es que si se nos pierde una cosa, nos preocupamos vivamente por ella entonces, a veces hasta olvidar o descuidar las otras: hay incluso una cosa que llaman amor por despecho": nos enamoramos de una persona cuando vemos que deja de querernos. ''¿Qué pastor hay que si tiene cien ovejas y pierde una ... qué mujer hay que si tiene diez dracmas y pierde una ... ?", dirigiéndose a los fariseos y escribas, que estaban criticándolo por su trato con publicanos y pecadores -recordando sin duda que poco antes no sólo había almorzado con el publicano Zaqueo, sino que se había invitado él mismo, con una gran voz, al ver que Zaqueo, que era petizo, estaba subido a un árbol para verlo pasar.

Cristo añade otro rasgo de la vida vecinal de los pobres en Palestina, y es que el pastor y el ama de casa salen a comunicar su pequeña alegría a los vecinos -cosa que no pasa por ejemplo en el bloque de departamentos donde vivo; y con una conclusión importante y paradoja!, que "hay más gozo en el cielo por un pecador que hace penitencia que por noventa y nueve justos que no necesitan penitencia" ... Este último rasgo es irónico, porque los que murmuraban de Cristo y su trato con los pecadores, eran justamente los que se "creían" justos y creían que no necesitaban penitencia, como dice dellos el Evangelio en otro lugar; supuesto que todos necesitamos penitencia y todos decimos muchas veces "ruega por nosotros pecadores" a María Santísima.

"Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" -dice San Pablo, y es un axioma teológico fundamental. Puesto esto, surge una dificultad muy grande, y es el gran número de hombres que están hoy día y han estado siempre fuera del camino de la verdad. Hoy día, después de 20 siglos de Cristianismo, hay solamente 500 millones de cristianos y hay tres veces más de no-cristianos; y aún entre esos 500 millones de bautizados hay muchos apóstatas y renegados y muchos más indiferentes que no practican la fe, si es que la tienen. ¿Cómo es eso? El Buen Pastor ¿no tiene bastante poder o no tiene bastante amor?

No diré que esto sea fácil de explicar: el Pecado es un misterio y en consecuencia el poder del Demonio sobre los hombres, que del Pecado viene, es un misterio. Pero hay que presuponer esto: que ningún hombre se condena, es decir, pierde su último fin, sino es queriendo; es decir, por un acto libre, consciente y deliberado de su voluntad; y que a ningún hombre Dios deja de dar auxilios para que se salve, dentro de lo posible. No es necesario que nosotros veamos esos auxilios; hemos de presuponer que ellos existen, en virtud destas dos parábolas. Dios no solamente no condena por gusto a nadie, como enseñó Calvino (que Dios crea a muchos hombres para condenarlos) sino que los busca para salvarlos. Es "la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo", dice de Cristo el último Evangelio de la Misa, comparándolo con el Sol. El sol trata de entrar por todas partes: no puede entrar en los ojos de los ciegos o si cerramos las ventanas; pero aun en los túneles, en las cavernas, en los bosques tupidos entra un poco de claridad; y en las profundidades del mar. Y así no olvidamos que la inmensa mayoría de los hombres llega al uso de la razón, o sea al conocimiento de la ley moral, que está impresa en nuestra naturaleza; que todas las religiones, excepto las religiones satánicas, poseen un núcleo o fragmento de verdad procedente de la revelación primitiva; que para salvarse basta creer un mínimum sumamente fácil de percibir, a saber, que hay un Dios y que Dios es remunerador, es decir, que premia el bien; y finalmente recordar que aquéllos que no tienen uso de razón no pueden condenarse porque no pueden cometer un pecado mortal; no pueden rechazar su Último Fin porque simplemente no conocen su Último Fin.

¿Me estoy refiriendo a los niños que mueren temprano? No solamente: también a los adultos. ¿Hay adultos que no tienen uso de razón? Es más que probable, en las cosas religiosas y morales. Se han encontrado tribus salvajes tan embrutecidas que no tienen ninguna idea de Dios o una idea tan vaga o tan falsa que es igual que nada o menos que nada. Los teólogos antiguos creían que todo hombre adulto tenía necesariamente uso de razón; pero es que ellos no conocían más que a las poblaciones de Europa y parte de Asia. Los que no tienen ninguna idea de Dios y de la ley de Dios, no pueden pecar mortalmente. A veces esas tribus salvajes, como los pigmeos de la Polinesia, son vivísimos para la caza, la pesca y la guerra, hábiles en hacer redes, flechas y cerbatanas; pero en las cosas religiosas y morales son como niños o menos que niños. Nuestros indios no eran así: los guaraníes tenían conocimiento de Dios, a quien llamaban Añang-Guazú (Gran Espíritu) y Ñandeyara (Padre bueno); los Onas del Sur tenían incluso un mito acerca del Pecado Original.

¿Adónde van? Al Limbo de los adultos, según mi maestro de Teología el finado Cardenal Ludovico Billot, el más grande teólogo deste siglo. ¿Hay un Limbo de los adultos? Sí; hay un limbo de los niños y de los adultos-niños. Esta sentencia de Billot suscitó mucha resistencia cuando Billot la expuso en un libro titulado La Providencia de Dios y el gran número de almas fuera del camino de la salud; pero el libro es enteramente convincente, y la sentencia no es nueva sino antigua y muy fundada. Recordemos que el Dante, que era buen teólogo ("theologus Dante nullíus dogmatis expers") (40), en el canto IV de la Divina Comedia pone un Limbo de los adultos, los Campos Elíseos (unos maravillosos jardines mejores que los que hay en París con ese nombre) donde están, "altro" que salvajes, los más grandes sabios de la antigüedad, Aristóteles mismo ("sedea il Maestro di color cha sanno") (41) y el mismo Virgilio, que conduce al poeta en su viaje terrible por lo profundo, le dice que él mismo está allí, con Platón, con Aristóteles, con Homero, con Horado, con Ovidio; y otro montón de filósofos y poetas:


"E se furon dinanzi al Cristianesmo
Non adorar debitamente a Dio
E di questi cotai, son io medesmo,

Y si fueron antes del Cristianismo
No adoraron debidamente a Dios
Y destos que te digo soy yo mismo" (42)


¿Y no habrá en nuestras grandes ciudades hombres adultos que estén en el estado de los salvajes pigmeos, de los niños pequeños o de los paganos antes del Cristianismo? Me temo que sí. ¿Éstos no pueden ir al Infierno? No pueden, aunque viven en gran peligro deso; pero no los envidiemos: no pueden ir al cielo.

Estas son cuestiones teológicas en torno a un misterio. Lo que es cierto y no es disputable es que nadie se condena si no es queriendo y que Dios busca a todos, como la luz busca los ojos; y busca más a los que son más desdichados; y a nadie pide lo que no puede dar. Todo lo demás pertenece al misterio del Mal y del Maligno.


Notas

40. "El teólogo Dante, que ningún dogma desconoció".
41. "Estaba sentado el maestro de los que saben".
42. Inf. 3, 37-39.






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